domingo, 15 de junio de 2025

Sigue

 


Waterpolo. Un deporte intenso, exigente, sacrificado. Muy practicado en algunas zonas del país, menos presente en otras.


Estos días estoy en el Campeonato de España Alevín Mixto y Femenino con Askartza. Aquí se han reunido 54 clubes de todo el país: 40 en categoría mixta y 14 en femenina. Un dato que dice mucho.


Eso sí, los primeros puestos tienen dueños: Los clubes catalanes. Hacer sombra a Catalunya es realmente complicado. El núcleo fuerte está en Barcelona. La concentración de clubes, instalaciones, técnicos y nivel allí es enorme. Lo sabemos todos. Y ellos, lógicamente, copan los primeros puestos desde edades tempranas hasta categorías absolutas.


Mientras tanto, el resto de comunidades llevamos años en modo supervivencia. Es una lucha constante. ¿Cuántos clubes han desaparecido de las ligas nacionales en los últimos años? ¿Cuántos han bajado su nivel, su categoría o incluso han dejado de competir?


Desde mi experiencia, creo que puedo hablar con conocimiento de causa: Dirigir un equipo con pocos recursos es durísimo. Pocos jugadores, poco apoyo institucional, instalaciones limitadas… Y sin embargo, seguimos adelante. Lo seguimos intentando.


Estando aquí en el campeonato, entre partido y partido, hablas con muchos compañeros y compañeras de otros clubes. Escuchas, compartes, te enteras de muchas cosas. Y hay un tema que se repite cada vez más: Los entrenadores.


Cambios de entrenador por todas partes. Clubes buscando responsables, entrenadores que lo dejan, compañeros buscando su propio relevo porque ya no pueden más. Algunos dan un paso al lado para centrarse en los más pequeños “Joan, es lo que me pide el cuerpo ahora”, me decía uno. Otros están de baja por estrés, ansiedad, agotamiento emocional...


Hoy estuve con Isusko en el cierre del Alevín. Algún entrenador nos dijo "que bueno y que valor tiene ver aquí a los primeros espadas de  Askartza"

Nuestro club sigue estando presente, enseñando valores a los más pequeños e intentando "seguir creciendo" desde la piscina más pequeña del waterpolo nacional.


Hoy me gustaría lanzar un mensaje de ánimo a todos los que se ven reflejados en estas líneas. Porque sé que sois muchos. Porque sé que estáis ahí, dejándoos la piel sin hacer ruido, sosteniendo proyectos con pasión y a menudo con muy poco a cambio.


Poca gente entiende lo que supone estar al frente de un equipo con recursos limitados. Cuanta más gente hay, menos empatía parece haber. Más ruido, menos comprensión. 

Pero si estás en uno de esos clubes que luchan cada día por mantenerse vivos, créeme: tienes un valor inmenso. Porque si estás es porque vales.

Sigue fiel a tus principios. A tu manera de hacer las cosas. A lo que te llevó a amar este deporte. Aunque no siempre se vea, aunque no siempre se reconozca, tu labor importa. Y mucho. Yo te entiendo. Y no estás solo.


Particularmente, he pasado baches, pero cuando uno se siente respaldado, como es mi caso ahora,

y los resultados acompañan, la energía sube y el mensaje llega.


Por cierto, los y las peques han hecho un gran campeonato.


Seguimos. Sigo.

jueves, 5 de junio de 2025

Mediodía


 

Aún recuerdo cuando el equipo infantil era el que más entrenaba de todo el club. Teníamos los mediodías… Mejor dicho, teníamos una hora al mediodía, y esa hora nos daba la vida. Nunca he visto una hora más aprovechada que esa.


Los chicos y chicas (en ese grupo, por cierto, hubo quienes llegaron a División de Honor) venían corriendo desde el comedor. Recuerdo perfectamente cómo cruzaban el pasillo comiéndose la manzana del postre a toda prisa. Dos minutos después, al agua.


Generalmente hacíamos mucha natación, desplazamientos, piernas y dependiendo del día, algo más específico, con o sin balón. Muchos aún recuerdan los test de 400. Yo les esperaba en la mesa, con el papel, el boli y el crono preparados. Ellos llegaban, tiraban el "corazón" de la manzana, me daban la mano , y... ¡Al lío! Había test de 400.


Lo curioso es que a muchos les acabó gustando. ¿Sabéis por qué? Porque iban sobrados, nadando estaban fuertes, y la prueba dejó de ser un reto para convertirse en "un habitual" Esas generaciones dejaron huella, en los campeonatos de España: 5º, 7º… No fallaban, ni en la competición ni en el entrenamiento.


Sigo. Después de entrenar al mediodía, volvían al cole y por la tarde, a las 17:00 o 18:00 (no lo recuerdo con exactitud) regresaban para el segundo entrenamiento del día. Eso nos daba un plus, y marcaba la diferencia. Ahí ya era todo balón.


Hoy en día seguimos clasificando para los campeonatos, pero ya no tenemos ese mediodía. Perdimos esa hora… y con ella, una parte importante del entrenamiento, de la rutina, de la disciplina. Porque si algo recuerdo con más orgullo aún, es cómo apretábamos en cada sesión y cómo nadie fallaba. Siempre estaban todos y todas.


Volver a eso es uno de mis grandes objetivos.


¿Vuelven los mediodías?


Seguimos, Askartza.